En nuestra época histórica, se ha convertido en un «modus vivendi» el hecho de querer enrostrarle a los demás las cosas que poseo, los lugares que visito, los tipos de comidas y bebidas que consumo, las logomarcas de la ropa y las prendas que llevo puesta, así como el celular que utilizo.
La referida acción se ha convertido en una práctica «viral». Cierto es que los mayores consumidores de esto, son jóvenes que viven en realidades muy crudas y con oportunidades muy escasas. Sin embargo, lo anterior no justifica ni da licencia para que se continúe actuando del mismo modo.
Esta sociedad mercantilista y consumista ha penetrado en el pensamiento de un significativo e importante número de la población juvenil a nivel mundial. La razón de esto es que dicha población se encuentra sumergido en un enorme lago de ignorancia y en una extremada carencia de proyectos personales que les permitirían desarrollarse en todas sus dimensiones humanas.
Restregarles tus posesiones y las aparentes posibilidades de adquisición en la cara al otro, no te hace mejor persona, no te proporciona un nivel más alto de humanidad, no te genera poderes sobrenaturales. Por el contrario, dicha actitud pone de manifiesto la enorme carencia afectiva de la cual eres dueño; el problema de aceptación que tienes dentro de un determinado ciclo social es evidenciado por tu materialismo voraz.
Jamás debemos perder nuestra esencialidad de ser «Seres Humanos»; de estar próximo al que sufre peores condiciones que yo; de sensibilizarnos de la cruda realidad del otro; de extender la mano para sostener, por lo menos, a uno de mis semejantes.
Ningún artículo material, ningún ambiente lujoso, ninguna comida por más «fina» que sea te va a proporcionar rayos plus para convertirte en el ser más importante de todo el universo. No permitas que el capitalismo devorador acabe con tu capacidad de razonar, de pensar, de relacionarte afectivamente, de ser uno con el otro. ¡Permítete ser distinto y realmente auténtico!
¡Feliz inicio de semana!
Edison GT.