Cada año, la llegada de la Cuaresma a mediados de febrero marca el inicio del proceso de preparación para recibir el espacio de tiempo más efusivo y esperado por todos en el municipio de Las Terrenas, aquella celebración y manifestación sociocultural de carácter festivo que impacta de manera directa o indirecta a todos los hogares del pueblo y sirve de catapulta para levantar los ánimos de la economía local; La Semana Santa es, sin temor al yerro, la época de la bonanza.
Se rentan todas las villas, hoteles, habitaciones particulares, casas y cualquier cosa que sirva para la habitación, sin mencionar los alquileres de vehículos, venta de alientos y bebidas y muchísimas otras actividades comerciales que llenan los bolsillos de los de aquí y de algunos de los que vienen por el asueto. Todo esto reporta al municipio un incremento significativo en la producción local y unos resultados económicos muy favorables para la ciudad en su conjunto.
Naturalmente, este éxodo masivo durante este período de celebración no se produce por amor al arte ni por antojo de nadie; sino que es una virtud propia del municipio debido a sus extraordinarias condiciones naturales. Precisamente, esta virtud ha atraído a millones de turistas externos y externos durante las últimas décadas, que vienen durante estos días por asuntos de ocio y descanso a desplegar alegría y consumo.
Pero este año se ha presentado una gran excepción debido a las incidencias del Corona Virus sobre el país, y parece ser que esa gran virtud de atraer turistas y visitantes se ha convertido en un arma de proporciones letales que amenaza la salud y la vida de los naturales de Las Terrenas. Esta Semana Santa, que inicia a partir del domingo 5 de abril se ve ensombrecida por el alto nivel de riesgo que supone recibir a miles de visitantes internos provenientes en su mayoría del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo, que dicho sea de paso, son las dos demarcaciones que tienen mayor número de contagios por el Covid-19.
Permitir la entrada de todos esos visitantes sería abrir la puerta y otorgar libertad de circulación local a la poderosa enfermedad, pues no se cuenta con mecanismos que permitan hacer exámenes preventivos a las personas que ingresen y tampoco tenemos personal y logística en términos sanitarios para enfrentar un brote masivo del referido virus.
Así se nos presenta una coyuntura social, económica, sanitaria, política, comunitaria, que nos reúne a todos en torno a un mismo objetivo, y se hace necesario buscar salidas y tomar decisiones firmes para manejar esta situación.
De manera pragmática y coherente entiendo que lo mejor que se puede hacer es propiciar un cierre definitivo temporal del Municipio, para evitar la entrada y salida de cualquier persona, con excepción de aquellos que ingresen para fines de abastecimiento de productos básicos, combustibles, asuntos energéticos, médicos y farmacias y otros que habrán de definirse.
Con esta medida quedaría cancelada la Semana Santa de este año; pero pondríamos la razón por encima del bolsillo, o mejor, arriesgaríamos algo de dinero para proteger la salud y la vida.
Por Giordano Abreu